La
mayoría de procesos que utilizamos para aprender, sobre todo en nuestra edad
adulta, se basan en la compresión lectora. Leemos para estudiar un tema, un
libro o unos apuntes. Pero el proceso que entrama esta acción es mucho más
complejo de lo que nos parece. A través de la lectura del segundo capítulo del
libro de I. SOLÉ Estrategias
de lectura (1998) podemos ver
la complejidad y el gran número de factores que debemos tener en cuenta cuando
hablamos por una parte de leer y comprender, y por otra más profunda de
comprender y aprender.
Me
gustaría destacar algunas de las ideas que plantea Solé en este capítulo.
Me
asombra la complejidad del proceso de comprensión de la lectura, ya que
nosotros, como adultos experimentados en el arte de leer y comprender, este
proceso lo hacemos sin aparente esfuerzo, lo cual nos permite comprender de
forma fluida, los diferentes textos. Nuestro cerebro, de forma casi autónoma ya
que nos hace poco conscientes de ello, descifra las palabras y las
contextualiza para modificar nuestras estructuras conceptuales sobre el
tema que leemos partiendo de las bases que ya sabemos, de nuestros
conocimientos previos. I cuando el proceso de compresión se realiza sin
problemas, sea por la experiencia del lector o por las características del
texto (organización, estructura, vocabulario adecuado, etc.) el lector entra en
lo que Brown (1980) nombra como un estado de piloto automático. Encuentro muy
interesante como construimos los procesos para llegar a ese modo automático
donde leer y comprender no representa un gran esfuerzo. Entiendo que para
llegar a este punto de disfrute debemos pasar por un aprendizaje, una
experiencia que a veces resulta frustrante.
El
papel del docente, bajo mi parecer, deberá basarse en encontrar las herramientas que ayuden a cada alumno a alcanzar el éxito, a comprender lo que
se le plantea. Pero debemos tener en cuenta que cada alumno es diferente, con
distintos intereses y motivaciones, y con características que le facilitarán o
le dificultarán ese proceso de comprensión. Parece un reto complejo, y
entiendo que lo es, ya que cada alumno parte de unos conocimientos previos,
tiene unos objetivos concretos y le mueven unas motivaciones distintas. Acertar
en todos los casos lo veo imposible, pero sí que podemos intentar
acercarnos. Adaptar ritmos, dejar espacio, dotar de herramientas puede ayudar
en esta tarea.
Del
texto de Soler me gustaría destacar el hecho que para la comprensión lectora y
su uso como herramienta de aprendizaje se debe tener en cuenta diversos
factores, todos ellos con gran influencia para el proceso de comprensión.
Si nos centramos en el material, deberemos utilizar un texto que sea coherente
con su destinatario, que esté al alcance de él. La estructura, el vocabulario,
la redacción y el tema serán muy influyentes en facilitar o no la tarea del
lector. Si nos centramos en el lector, debemos tener en cuenta sus capacidades,
adquiridas a través de la experiencia, sus necesidades y su ritmo, así como sus
conocimientos previos y su motivación sobre el tema propuesto. Cuanto más nos
cuesta una cosa más motivados debemos estar para que el esfuerzo sea
gratificante. Hablamos de un objetivo atrayente para el alumno. Si nos
centramos en el maestro, él es la pieza clave para garantizar el éxito, ya que
debe hacer confluir la singularidad del alumno con el material y la metodología
propuesta, de esa manera deberemos garantizar el alcance del éxito de todos los
alumnos.
Quisiera
terminar este comentario centrándome en la importancia del comprender y
aprender a través de la comprensión lectora. Esta herramienta garantiza el
aprender de forma autónoma. En este sentido, que los alumnos puedan comprender
los textos y sobretodo puedan aprender de ellos, que les ayude a hacer más y
más complejas su estructuras de conocimiento, les servirá en todo su desarrollo
y les hará protagonistas y dueños de su proceso para toda la vida, ya que como
he expuesto al inicio de este comentario, la mayoría de procesos que
utilizamos para aprender, sobre todo en nuestra edad adulta, se basan en la
compresión lectora.
Referencia:
SOLÉ, I. Estrategias de lectura. Grao.
Barcelona. 1998.
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